Marta Gayá y Corinna, dos ases de corazones para el Rey Juan Carlos
El 13 de abril de 2012 es la fecha que pasará a la historia como la fisura de la Corona. Ese día el Rey Juan Carlos se rompió la cadera en un accidente mientras cazaba en Botsuana, pero sus huesos no fueron lo único que se quebró. La confianza de los españoles hacia su monarca también se hacía pedazos y ese escudo que había protegido durante años la privacidad del don Juan Carlos se convertía en papel de hojalata. La compañía del soberano en aquel viaje por África fue lo primero que traspasó ese débil escudo que todavía le protegía. Una princesa alemana de nombre Corinna zu Sayn Wittgenstein era la persona que acompañaba al Rey durante su desafortunada caída y también la que le arropó en las dolorosas horas posteriores al accidente. Su nombre ya se escribía negro sobre blanco esos días de forma continuada en la prensa de toda España. No hubo censura. El secreto de Su Majestad ya no era tal.
Sin embargo, la irrupción de Corinna en la vida de don Juan Carlos data mucho antes de ese fatídico 13 de abril de hace cinco años. El monarca la conoció en 2004 durante una cacería celebrada en Ciudad Real y desde entonces se quedó prendado de esa rubia de ojos azules, de aspecto imponente y grandes habilidades sociales. Su relación comenzaría muy poco después y perdudaría hasta finales de 2014. La presión mediática y una gestión nada discreta del romance por parte de la alemana dieron al traste con una relación que el Rey consideraba el amor de su vida. Un término que, precisamente, ya había usado con otra mujer: Marta Gayá.
Corinna zu Sayn Wittgenstein en una imagen de archivo / Gtres
El idilio de don Juan Carlos y la guapa balear comenzó en 1990 y debió durar hasta que Corinna se cruzó en la vida del soberano. No hubo ruptura como tal con Gayá. La suya no era una relación al uso y nunca lo sería, así que simplemente el fin de su historia de amor llegó más pronto de lo previsto. Al menos para ella.
Muchas semejanzas unen a las dos mujeres que han devuelto la ilusión a Su Majestad en las últimas décadas. Se cruzaron en el tiempo y compartieron su talante, su atractivo físico, su templanza para encajar qué papel jugaban en la vida del Rey de España y también la discreción que requería tal papel. Una discreción que, sin embargo, Marta ha mantenido hasta nuestros días rechazando suculentas cantidades de dinero para hablar del Rey, pero que Corinna mancilló cuando posó para ‘¡Hola!’, para ‘El Mundo’ y también para la revista francesa ‘Paris Match’. “Hablo ahora porque tengo que defenderme, ya que mi silencio se estaba malinterpretando”, se excusó la mujer que se definió a sí misma como la amiga entrañable del Rey.
Don Juan Carlos I en una imagen de archivo / Gtres
Ese mismo gesto en Marta Gayá resulta hoy impensable a pesar de que el paso del tiempo y la nueva condición de rey emérito de Don Juan Carlos le dan cierta vía libre. Ella siempre desechó el calificativo de entrañable y lo cambió por el de secreta. Su manera de afrontar la relación con el monarca y el recelo que la prensa aún mantenía en los noventa para salvaguardar la privacidad del soberano le allanaron el camino. Sin embargo, 37 años después su nombre suena en una grabación que pone de manifiesto cuan importante fue para el Rey de España: “Nunca he sido tan feliz”, se le oye decir a don Juan Carlos.